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¿La Inteligencia Artifical nos vuelve Eficientes, Perezosos o ambos?
Scrolleando por LinkedIn, me encontré con un post muy interesante que me hizo cuestionar mi posición sobre el uso de la Inteligencia Artificial en ciertos contextos y la responsabilidad de uso

Linkedin Post - Magalí Pessah
¿Hacía donde vamos?
La mayoría de nosotros seguramente ya hemos visto la película Wall-E, una producción animada de Disney-Pixar del 2008. La historia sigue a un pequeño robot llamado Wall-E, el último de su tipo, encargado de limpiar la basura que ha cubierto la Tierra después de que la humanidad la abandonara debido a la contaminación extrema. Wall-E lleva siglos en solitario hasta que un día encuentra a Eve, un robot explorador enviado para buscar señales de vida en el planeta. A partir de ahí, se desarrolla una historia de aventura y redescubrimiento de lo que significa ser humano.
Pero lo más impactante de la película no es solo la historia de Wall-E, sino el papel de la humanidad en ese mundo distópico.
La humanidad según Wall-E

La humanidad segun Wall-E - Disney
En la pelí, los humanos han abandonado la Tierra debido a su deterioro ambiental. Ahora viven cómodamente en una nave espacial llamada Axiom donde disfrutan de todas las comodidades que la tecnología les brinda: comida, entretenimiento y un estilo de vida completamente automatizado. La tecnología ha avanzado tanto que las personas han perdido la necesidad de moverse, socializar y pensar por sí mismas. Todo está diseñado para su conveniencia, pero a costa de su autonomía y capacidad crítica.
Para muchos, la realidad de los humanos en Wall-E no está tan alejada de nuestra actualidad ni del camino que podríamos estar siguiendo.
La revolución de la Inteligencia Artificial ha sido un game changer, no solo en términos de avances tecnológicos, sino también en su impacto en la geopolítica y la economía global. Ha generado expectativas, oportunidades y, al mismo tiempo, miedos y preocupaciones. Uno de los mayores temores es la posible pérdida de empleos debido a la automatización.
Este tema ha sido ampliamente debatido en los últimos meses en redes sociales. Algunos argumentan que ciertos roles serán completamente reemplazados por la IA, mientras que otros defienden que esta será una herramienta que potenciará nuestras capacidades, tal como sucedió con la transición de las máquinas de escribir a las computadoras. La diferencia clave radica en cómo decidimos usarla.
Sin embargo esta potenciación de habilidades también conlleva un riesgo. En algún momento alguien me dijo la siguiente frase:
"Las habilidades que no se practican, se olvidan con el tiempo".
Y esto nos lleva a una pregunta alternativa…:
¿La Inteligencia Artificial Potencia Nuestras Habilidades o Las Diluye?
Si has utilizado herramientas de GenAI populares como ChatGPT, Gemini, Claude o cualquier otro modelo de lenguaje (LLM), seguramente lo habrás hecho para resolver una tarea que te tomaba mucho tiempo o que simplemente no tenías ganas de hacer. La capacidad de la IA para generar textos, codear, analizar datos y responder preguntas complejas ha permitido que muchas personas trabajen de manera más eficiente. Pero, ¿a qué costo?
El problema radica en que a medida que delegamos más tareas a la IA, corremos el riesgo de perder la práctica en habilidades fundamentales. Por ejemplo, si constantemente recurrimos a un modelo de IA para redactar o generar ideas, es posible que nuestra capacidad para escribir con fluidez y creatividad se vea afectada con el tiempo. Lo mismo ocurre con habilidades analíticas, de resolución de problemas y hasta de pensamiento crítico.
Entonces ¿estamos realmente potenciando nuestras habilidades con la IA, o estamos volviéndonos dependientes de ella al punto de atrofiar nuestras capacidades cognitivas?
Para el 2024 la Universidad de Oxford declaro la palabra “brain rot” como la palabra del año:

Word of the year 2024 - Universidad de Oxford

Definición en ingles de Brain Rot - The NT Times
El término brain rot se ha popularizado para describir el deterioro cognitivo que puede surgir del consumo excesivo de contenido digital y la dependencia tecnológica. Si consideramos cómo la IA nos asiste en cada vez más tareas diarias, podríamos preguntarnos si el abuso de estas herramientas contribuye a esta misma degradación mental. ¿Podría la facilidad de acceso a respuestas inmediatas reducir nuestra capacidad de análisis y pensamiento crítico? ¿Estamos en riesgo de convertirnos en observadores pasivos de la información en lugar de participantes activos en el proceso de aprendizaje?
Mi opinión
La evolución acelerada de la Inteligencia Artificial exige regulaciones que no solo acompañen su desarrollo, sino que también promuevan un uso responsable. No basta con normativas internas de cada herramienta; se requieren marcos regulatorios públicos y privados que garanticen una aplicación ética en ámbitos sensibles como la selección de personal, la concesión de créditos, la videovigilancia y la privacidad. Sin embargo, más allá de estas regulaciones externas, también debemos reflexionar sobre su impacto en nuestra propia capacidad de aprendizaje y razonamiento.
A nivel personal y familiar, la clave creo que no está en restringir el uso de la IA sino en comprender sus implicaciones y encontrar un equilibrio. La IA debe ser una herramienta que complemente y potencie nuestras capacidades pero no un sustituto de ellas. Depende de nosotros definir hasta qué punto nos permitimos que la tecnología influya en nuestra forma de aprender, pensar y crear.
Si bien la IA nos ahorra tiempo y optimiza nuestras tareas, no debemos olvidar que nuestra ventaja como seres humanos radica en lo que ninguna máquina puede replicar: nuestra intuición, nuestro razonamiento crítico y nuestra capacidad de interpretar el mundo desde la empatía y la experiencia, al final eso es lo que nos hace humanos. La IA si es un avance extraordinario, pero no debemos caer en la comodidad absoluta al punto de perder habilidades esenciales. Al final la decisión sobre cómo usarla sigue estando en nuestras manos.
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